LA CARTA

La carta,


Llegó Estela acalorada. Ella siempre tan al tanto de todo lo que ocurría en Urgencias. Me comentó que había visto al nuevo doctor. Y suspirando me dijo: - pero dios mió que bueno que está el nuevo doctorcito, creo que me voy a poner muy, pero que muy mala. Eran otros tiempos y corrían otros vientos. La verdad es que cuando lo vi por primera vez pensé que Estela no andaba mal encaminada, aunque no era mi prototipo masculino de hombres, era cierto que poseía unos lindos ojos. Siempre me han gustado los ojos de las personas, dicen que son las puertas para llegar al alma, y los ojos del doctor Flavio me parecieron de una profundidad infinita. Así que sus ojos fueron el primer conocimiento que tuve de él, luego llegaron sus palabras y a través de ellas me demostró, al menos en lo que se refiere a nuestra larga relación laboral, que la sinceridad, la verdad, la belleza y la bondad podían caminar al unísono. Yo lo llamaba el Banco Emocional del Doctor Flavio BBV: Belleza, Bondad y Verdad. Y así, día tras día, fuimos transitando por un camino honesto, realizando un trabajo responsable y abanderando la defensa de nuestros ideales: la sanidad pública. Cuando nuestras opiniones eran diferentes podíamos compartirlas mirándonos frente a frente, y aunque al final, ninguno de los dos lograse convencer al otro, siempre acabábamos nuestras conversaciones discordantes, al abrigo de la cordialidad, del respecto y del compañerismo.

Y con sus palabras vinieron sus gestos, esos pequeños gestos silenciosos: un abrazo un día de nubes, una broma adecuada para suavizar una tensión, la sencillez para realizar tareas complicadas, el orden, la organización, en definitiva, las personas. Y pude comprobar en más de una ocasión que sus manos tenían el poder de convertir los pequeños detalles en grandes acontecimientos. Y así durante mucho tiempo, durante muchas lunas, se fue creando una telaraña afectiva de la que no fui consciente hasta que se marchó a trabajar a otro hospital. Reconozco que su ausencia dejó un vacío en mi devenir, yo perdí a un compañero, y el hospital se quedó sin un gran médico, pero por encima de todo, sin una gran persona, un caballero excelente, un hombre sin ambigüedades, sin dobles sentidos, con la mirada transparente, siempre en su lugar, correcto, responsable, carismático, divertido, alegre, amigo de sus amigos. Entonces en Urgencias corrían otros tiempos quizás los móviles estaban lejanos y las estrellas más cercanas.

Esta noche al abrir la ventana y ver el cielo estrellado sobre mi cabeza como decía Kant, una de sus estrellas me ha traído su recuerdo, sintiéndome llena de su ausencia, llena de sus frases, de sus bromas, de sus risas, de sus comportamientos, de su música. Lo siento hablando, caminando, llevándose a los ojos las preocupaciones y sintiendo en sus labios la alegría de las victorias. Lo recuerdo envolviendo mi ajetreo con melodía, y atravesando mis ojos con la sinceridad de la niñez, con la fuerza de un mar en calma y con las ganas de hacer del presente un futuro de esperanzas. Gracias Doctor Flavio por haber tenido la oportunidad de trabajar a su lado y haberlo conocido.



PD: Durante un tiempo mi compañera y amiga Estela me estuvo curando su ausencia con alcohol de la alegría y algodón azucarado.





Badalona, 21 de mayo de 2012