Es un día triste. Lloro sin parar como si lloviese torrencialmente. Son tantas las lagrimas derramadas por tu ausencia, que he decidido embasarlas todas juntas en una botella y mezclarlas con licor de avellana. Después cuando los sonidos del día desaparezcan, me las beberé; quizás de esta manera pueda convertir el dolor en alegría, y el sabor salado de las lágrimas transformarlo en sabor azucarado.
Resuenan mis pasos por el pasillo silencioso y tu sombra sale a mi encuentro. Cierta embriaguez me sopla que me he bebido todos nuestros recuerdos, y que ya poco queda de ti.
La noche azul azabache se cuela por la ventana y tropieza con mis ojos humedecidos. A orilla de la bañera me desvisto de todo mi equipaje, y todo es limpio y transparente y sosegado, y en este nuevo río me dejo acunar. Mañana cuando despierte mi corazón estará limpio de tinieblas y otros sueños vendrán a arroparme.
Badalona, 20 de julio de 2012