Y al abrazarme entre sus brazos mi alma se dividió entre ser y no ser; querer y no querer, y quise detener un rato sus manos entre mis manos, y no quise verlo marchar. Me quedé quieta e imaginé que todo se paralizaba en ese efímero instante. El dulce recuerdo degustado, ahora entre mis labios, expande de nuevo el aroma penetrante de su olor por todos los poros de mi piel. En el fondo del pecho escucho el rumor incesante de las palabras, que no pueden ser escuchadas a través de los sentidos. Cae la noche, una noche impenetrable. Cierro los ojos y lo veo. Siento sus brazos cubriendo mis sueños. El recuerdo se vuelve obstinado y me penetra como una enérgica espada medieval. Grito su nombre pero la voz no sale de mi pecho, y mis pensamientos helados se deshielan entre las sabanas enterrando todos mis deseos.
Badalona, 24 de setiembre de 2012